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Pensar el final compromete el final

2021. Luz y polvo de grafito aglutinado. Medidas variables.

Pensar el final compromete el final invita a pensar sobre la contingencia de un final que se nos plantea como único y predeterminado, buscando evidenciar que cualquier posibilidad de cambio pasa necesariamente por el pensamiento, colocando en la reflexión una capacidad de transformación que, en el arte, ha de atravesar todo el proceso creativo.  El proyecto plantea una intervención consistente en reposicionar la propia sala de arte, rotando toda su estructura arquitectónica con el fin de poner en cuestión su veracidad, creando un nuevo dentro-fuera y buscando señalar su condición de base de un edificio que es un potente espacio simbólico, como sede de importantes estructuras culturales, entre otras la Biblioteca Pública del Estado.

La intervención implica redibujar no solo la sala, sino todo un simulacro de aceptaciones de verdad, en un proceso que, lógicamente, cuestiona también el propio concepto de dibujo. Con una intención clara de tensionar un espacio que normalmente funciona como soporte –a priori neutro y blanco– para las construcciones culturales que lo ocupan y las personas que lo transitan, se replantean sus límites con el objetivo de dibujar otro espacio, escenario, territorio, contexto, como una invitación a pensar en la articulación de otras posibilidades. Porque si “pensar el final compromete el final, pero no el mundo”, solo cabe construir tentativas que nos ayuden a dibujar otro desenlace posible.

 

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