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pero no el mundo

16 octubre – 21 noviembre 2020

Galería Artizar. Tenerife

Pero no el mundo es una cartografía desplegada a partir del dibujo. Podemos, por ejemplo, cartografiar un territorio delimitando un espacio que separamos del resto. Al demarcar una superficie afirmamos su diferencia con el entorno que no contiene y lo inscribimos como una entidad independiente dotada de unas características que lo determinan como país. Pero también podemos cartografiar nuestros esquemas mentales y conceptuales a partir de los cuales generamos definiciones y razonamientos que nos permiten organizar y comprender la realidad que nos rodea. Preguntarse por el conocimiento que tenemos del mundo global y acudir a conceptos ya dados o a datos estadísticos para obtener una respuesta, es plantear, justamente, en qué medida los parámetros empleados por las ciencias sociales ofrecen un verdadero entendimiento del mundo —tasa de natalidad, tasa de mortalidad, nivel de escolarización, renta per cápita o PIB, en otros— y en qué medida el uso del dato estadístico proporciona su pretendida visión objetiva de la realidad.

Pero no el mundo es una cartografía desplegada a partir del dibujo. Podemos, por ejemplo, cartografiar un territorio delimitando un espacio que separamos del resto. Al demarcar una superficie afirmamos su diferencia con el entorno queno contiene y lo inscribimos como una entidad independiente dotada de unas características que lo determinan como país. Pero también podemos cartografiar nuestros esquemas mentales y conceptuales a partir de los cuales generamos definiciones y razonamientos que nos permiten organizar y comprender la realidad que nos rodea. Preguntarse por el conocimiento que tenemos del mundo global y acudir a conceptos ya dados o a datos estadísticos para obtener una respuesta, es plantear, justamente, en qué medida los parámetros empleados por las ciencias sociales ofrecen un verdadero entendimiento del mundo —tasa de natalidad, tasa de mortalidad, nivel de escolarización, renta per cápita o PIB, en otros— y en qué medida el uso del dato estadístico proporciona su pretendida visión objetiva de la realidad.

Pero no el mundo está constituida por más de 27.000 pequeños papeles de seda. Dispuestos a modo de capas de número variable, estas acumulaciones de papel componen las 745 piezas que conforman el punto de partida de esta exposición. Que el número de piezas sea 745 no es azaroso; antes bien, responde a los datos publicados por la ONU en 2017 sobre los parámetros de natalidad, esperanza de vida, población urbana y patrimonio de la humanidad de los 217 países reconocidos. Lo que vemos, por tanto, no es una interpretación: cada pieza dibuja y representa a un país y actúa como imagen real del mismo al trasponer los datos contenidos en cada indicador en un dibujo volumétrico.

Este proyecto se torna en ejercicio de resistencia pues, su propio proceso creativo, busca dar cuerpo y consistencia a la experiencia de lo subjetivo a partir de la práctica del dibujo. Cada una de las piezas formadas por las acumulaciones de papel han requerido de una participación corporal activa en su construcción a través del gesto repetido. Cada pieza ha sido cortada, diligentemente —una a una, hoja a hoja— repitiendo una coreografía silenciosa donde el papel ya no actúa como mero soporte que, simplemente, guarda o registra la línea del grafito. Ahora, el papel adopta una autonomía absoluta siendo, en sí mismo, un dibujo pleno y acabado y, en su propio proceso de obtención, se rememora —papel a papel— que la experiencia individual no puede quedar desdibujada por los conceptos globalizadores que dan cuenta de lo colectivo en el mundo. La acción, el tiempo y el cuerpo se aúnan así contraviniendo la definición tradicional de dicho lenguaje.

La certeza de que cualquier tipo de imagen no es un reflejo fiel de la realidad sino la construcción de la propia realidad permite, por extensión, plantear de qué manera la representación que hacemos del mundo a través de las teorías y los conceptos construye la realidad misma y no a la inversa.

En la repetición del mismo gesto, meticuloso y quebradizo, surgirá la diferencia que, en su caso, deliberadamente se hace visible. Frente a la tecnificación del mundo contemporáneo, la homogenización del pensamiento, la superficialidad de la práctica capitalista y la frialdad del dato, el movimiento constante y reiterado se torna en una suerte de resistencia al resituarlo en el espacio de lo íntimo y lo corporal.

La fragilidad de los materiales y la economía de medios apuntan y evidencian los problemas de representación —tanto de la imagen como de nuestros esquemas mentales— y en la propia contradicción o ambivalencia entre lo lívido y lo compacto, se reitera que la permanencia y sujeción que consigue el proceso de la producción, tensiona con la debilidad de un mundo que, como sus materiales, se debate entre lo transitorio y la sedimentación, de ahí que, y siguiendo elpensamiento habermasiano, podamos considerar que pensar el final compromete el final, pero no el mundo.

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